E. GANCEDO
Durante estos últimos días se han escrito muchas cosas acerca de ese famoso documento del siglo X que es la Nodicia de kesos . Los efectos prácticos de todo ello han sido, por una parte, la petición oficial de que Ardón-Chozas de Abajo formara parte del Camino de la Lengua Castellana, del cual no se tiene aún respuesta, y un sano debate filológico que cierra en esta entrevista el lingüista Fernando Balbuena dejando claro lo que, a priori, resulta obvio: que el origen del castellano hay que buscarlo en Castilla, no en León, puesto que, en el sur de León, hasta su progresiva sustitución por el castellano, lo que se hablaba era una variedad de leonés, del cual aún perviven muchos giros y palabras.
Hay quien llama ya al antiguo monasterio de Rozuela «la cuna del castellano»…
Esa afirmación es una falsedad. Dejando aparte que es inexacto y demasiado simplificador llamar «cuna» de una lengua al lugar donde se han encontrado sus testimonios escritos más antiguos, es imposible que la «cuna del castellano» sea el monasterio de Rozuela, como tampoco ese monasterio es cuna del portugués o del catalán. Y no lo es porque la lengua romance que se genera en el territorio donde se encuentra ese monasterio es la que se conoce con el nombre de leonés o asturleonés, y esa lengua se halla muy bien documentada en esa misma área dos siglos y medio más tarde de la Nodicia de kesos . Aunque con posterioridad el leonés haya sido sustituido por el castellano en la ribera occidental del Esla, en el año 980 el castellano era una lengua tan ajena a Ardón como podía serlo el gallego-portugués. La «cuna» del castellano hay que buscarla en Castilla, como por otra parte dicta el sentido común.
¿En qué está escrita la «Nodicia de kesos»?
En aquel tiempo la lengua que se utilizaba para escribir era el latín. El despensero Semeno debía tener un dominio imperfecto de la norma escrita, y además estaba escribiendo una nota de gastos para uso interno del monasterio, que no necesitaba un estilo formal. De ello resulta que el texto de la Nodicia presenta múltiples elementos de la lengua hablada junto con elementos latinos. Así pues, parece prudente decir al menos que la Nodicia está escrita en una lengua híbrida de latín y romance. Pero a renglón seguido hay que señalar que esos elementos romances han de considerarse leoneses, y no castellanos ni gallego-portugueses. Primero, porque la lengua hablada en esa zona y en aquel tiempo no era más que el antecedente del leonés que va a dar el salto a la escritura en el siglo XIII; y segundo porque los rasgos lingüísticos de esos elementos romances permiten calificarlos como leoneses: unos específicamente leoneses, como la palabra bacelare , y otros comunes al leonés y al castellano, como kesos , uinia o mesa , que no son menos leoneses por ser coincidentes con los resultados del romance de Castilla. Decir que es «acientífico» hablar de leonés en el año 980 no es exacto y además resulta incoherente, puesto que antes de esa fecha ya se suele hablar sin reticencia alguna de otros romances: la mayoría de lingüistas está de acuerdo en llamar italiano o véneto al romance en el que se escribe el Indovinello Veronese entre los siglos VIII y IX, francés a la lengua de los Serments de Strasbourg del 842, o castellano al idioma de las glosas del monasterio de Silos, aproximadamente contemporáneas de la Nodicia de kesos (textos todos en los que tampoco está ausente el hibridismo latino-romance). Siendo las cosas así, ¿por qué les cuesta tanto a algunos reconocer que los elementos romances de un documento leonés del 980 son formas del romance leonés? Pues porque los que no están dispuestos a dar hoy la más mínima oportunidad a las lenguas minorizadas quieren además negarles su pasado. Suelen ser los mismos que asumen que a las lenguas fuertes hay que construirles un pasado glorioso y lo más remoto posible, incluso «importando» para esas lenguas testimonios lingüísticos que corresponden a otras. La negación del pasado lingüístico asturleonés es una manera más de invisibilizar una realidad que les resulta incómoda. Pero es evidente que esa postura no es científicamente honrada, y que supone otro episodio más de la interferencia interesada de lingüística y política, tristemente habitual y que tan poco dice de la profesión de lingüista.
¿Cuándo dejó de hablarse el leonés en las zonas más meridionales de nuestra provincia, como el Cea, el Esla, etc.?
En líneas generales puede decirse que es en el siglo XIV cuando se castellaniza la documentación escrita de esa zona de León, si bien en la parte más oriental ya se advierten síntomas de castellanización en el siglo XIII. Lo que no sabemos con certeza es cuándo sustituyó el castellano al asturleonés como lengua hablada en esas comarcas, pero en todo caso hubo de ser un proceso gradual. Por la progresión geográfica de la castellanización parece lógico pensar que la ribera del Cea se castellanizaría antes que Los Oteros, esta comarca antes que la ribera occidental del Esla, y esta antes que El Páramo. El proceso de castellanización lingüística del oriente y el sur de León es uno de tantos aspectos de la historia lingüística que están necesitados de más estudios.
«Vender la cultura propia por un plato de lentejas es muy triste»
También influye en esta polémica el amplio desconocimiento popular de lo que fue, y es, el leonés, así como la situación socio-económica de León.
Teniendo en cuenta las dificultades económicas, poblacionales y culturales de la mayoría de pueblos leoneses, no extraña esta pretensión de agarrarse a lo que sea (como la petición de formar parte del Camino de la Lengua Castellana) para desarrollarse un poco, ¿no cree?
Es comprensible que un ayuntamiento intente buscar recursos como pueda. Pero querer ser la «cuna del castellano», además de una barbaridad histórica, es en mi opinión vender la cultura propia por un plato de lentejas. Es pintar de lo que no son la historia y la cultura propias para sacar dinero. Siendo benevolentes, revela poco conocimiento de causa; si fuéramos malpensados, parecería poco amor a los colores.
¿Ve viable un «Camín de la Llingua» que vaya, como dejó escrito el Padre Galo, de L.lubarca (Asturias) a Miranda de Douro (Portugal) pasando por León?
Debo decirle que soy muy escéptico en relación a las bondades de ese artefacto ideológico-turístico llamado «Camino de la Lengua Castellana». No me gusta el «Camino de la Lengua Castellana» ni creo que me gustara una figura semejante aplicada a la lengua asturleonesa. Otra cosa sería que los principios y el enfoque de ese itinerario fueran diferentes. En cualquier caso, la unidad lingüística de las hablas que van de la costa asturiana a la ribera mirandesa del Duero está fuera de toda duda desde que Menéndez Pidal la puso de manifiesto en el año 1906, y en ese sentido la unidad lingüística existente permitiría diferentes tipos de actividades culturales supracomunitarias y supraestatales. Ciertamente, esa es una vía muy interesante que aún se encuentra sin explorar.
(del Diario de León, 24-08-2008)
Ese mismo día, por casualidad, me publicaron en Tribuna del Diario de León un articulín sobre el mismo tema. Todavía puede leerse en la página de Plataforma Pro Identidad Leonesa.
Albidru qel llionés entá nun deixóse de falare nas tierras del Ceya; entá güei la xente d´eillí diz “láu” y nun , tamién dicen “rial” y nun , “intierro”, “cuitáo” “escarduz”, “onde” “estrévedes”…eisu de que tan acastellanizos nun ye ciertu del tou, más bien falan castillán cun llésicu llionés. bien lu sei purque deillas pallabras escuichéiselas a la mía güela que ye de Banecidas, y onque nun fale tan pecháu cumu los del Xistréu y el Bueza; pur vueltas cústame compriendere lu que me ta diciendu, y entós apuntu las pallabrinas y garru´l dicionari de la ALLA que ye onde suélu atopalas ou sinón nel DGLA.
Gracias a todos los que lucháis por degender la verdad. Es increíble cómo nos tratan de manipular cada día.