EMILIO GANCEDO
Una de las variedades del asturleonés con más personalidad, más vivas actualmente y con una literatura más desarrollada, la que corresponde a los valles noroccidentales de León y Asturias (Laciana, Babia, Alto Sil, Cangas del Narcea, Somiedo…) y que es conocida popularmente como patsuezu (también escrito pal.luezu ) ya tiene su propio diccionario. Manuel Gancedo ha ordenado, corregido y aumentado la gran recopilación que durante décadas llevara a cabo su padre Celso y el resultado es este Diccionario del patsuezu, obra publicada por Piélago del Moro que hoy se presenta en el Club de Prensa del Diario. Estarán presentes el autor; el editor, Víctor del Reguero; la filóloga Janick Le Men y el antropólogo Joaquín Alonso.
¿De dónde procede su interés por el patsuezu?
Bueno, en primer lugar tengo que decir que yo no soy del sindicato de la letra, sino del del número y del azimut, mi profesión ha sido la de topógrafo pero al mismo tiempo he mantenido siempre un amor enorme por todo lo lacianiego. Desde hace cinco años, y gracias a Víctor del Reguero, vengo colaborando con la revista El Mixto , tratando también temas botánicos, que me interesan mucho.
¿De qué manera tuvo lugar la gestación de este diccionario?
En torno a 1900 la cantidad de lacianiegos que marcharon a Madrid fue tremenda: algunos montaron negocios importantes como los Almacenes Rodríguez o las Mantequerías Leonesas, y éstos tiraban a su vez de muchos más lacianiegos que dejaban su tierra para establecerse en Madrid. Mi padre, Celso, que comenzó esta recopilación de palabras, fue uno de ellos.
¿De dónde era su padre?
De Villager (Vitsaxer). Yo ya nací en Madrid, por cierto vivíamos en la calle León y… cuando toda aquella gente llegaba, pues intentaban ocultar o castellanizar el patsuezu que hablaban en el valle, con resultados a veces ridículos. En los años cuarenta llegó a nuestra casa el primer vocabulario patsuezu que habíamos visto nunca y mis hermanos le cantaron muchas alabanzas. En cambio, mi padre vio que no estaban algunas palabras que él usaba y dijo que podía hacerlo mucho mejor.
Y así comenzó a reunirlas…
Sí, se compró una libretina e iba con ella a todas partes. Cuando se acordaba de una palabra, la apuntaba. Nosotros veíamos aquello y nos dimos cuenta de que lo que se hablaba en casa no era hablar de pueblo, sino una auténtica lengua. Reunió cerca de 1.200 pero sin traducirlas nunca al castellano, estaban únicamente en patsuezu.
¿Cuándo retomó usted esa labor?
Mi padre murió en 1959. Fue entonces cuando me hice cargo de la libretina famosa y empecé a aumentarla con nuevas palabras y con la gran ayuda de mi tía Asunción, vamos, Xión, que habló patsuezu toda la vida. A veces yo tenía dudas, por ejemplo entre la ts y la ch, y le preguntaba a ella; y ella me decía: «Á neno, chave ía chave»; yo la escuchaba y lo apuntaba. También traduje todas las palabras y consulté obras como las de Guzmán Álvarez o Roberto González-Quevedo.
Después llegaría la edición…
Había puesto el diccionario en mi página web y veía que mucha gente la copiaba sin citar la procedencia y eso me daba mucha rabia, más que nada por mi padre. Así que cuando Víctor me propuso editarlo en forma de libro, no lo dudé.
Lugar: Club de Prensa. Gran Vía de San Marcos 8 .
Hora: 20.00.
(del Diario de León, 21-04-2009)
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