ISABEL REGUILÓN
Abalea, abangar, acantariar o acaronjarse. Son vocablos que no suenan en todas partes y que, desde luego, ya no figuran en el Diccionario de la Real Academia Española como pertenecientes al vocabulario más usual utilizado hoy en día por los castellanos. Pero son palabras que aún mantienen su uso en algunas localidades del Valle del Tera, restos de una lengua popular y antigua que llamaron la atención en su día a un aficionado, Clemente Vara Gallego, y a ellos dedicó un tiempo para seguirles el rastro, muy sencillo, por otra parte, hasta conectarlos con los usos en la lengua de las tierras leonesas, de la Maragatería y de la próxima Sanabria.
Años de investigación le han permitido elaborar un verdadero diccionario a partir de fichas en las que recoge su significado y su conexión con el idioma hablado en tierras leonesas y sanabresas.
Con la supervisión del filólogo y presidente actual del Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, se edita esta recopilación en el último número de la revista Brigecio, donde se anuncia que la segunda entrega, a partir de la ‘d’, tendrá lugar en el próximo número para dejar bien claro con esta publicación que los vestigios del Reino de León aún están vigentes en la lengua y que las tierras leonesas abarcaban hasta el valle del Tera y la confluencia de este río con el Esla.
Abundan en la relación los vocablos relacionados con las tareas del campo, hoy en peligro de extinción, por el cambio de usos, como abalea, nombre con el que se conocía a la escoba de barrer las eras, hecha con balea, un arbusto; abaliar, con el significado de varear las alubias, acarriar, para definir el transporte de los cereales; acribar, adil para erial, bacillar por viña, amañizar para hacer haces de la vid, amorenar para hacer montones con los haces de trigo…
Entre las palabras recogidas llaman la atención las destinadas a la definición de personajes y figuras, como badanas y baldragas para definir al perezoso o desordenado en el vestir; barbo para el golfo, candonga por pelandusca, cascarrias para definir a una persona despreciable, cazurro para definir al torpe e insociable o chirigaitas, que resume a la persona alta y delgada, y al cuzo como metomeentodo.
[strong]Saber popular[/strong]
Entre los dichos populares que el valle del Tera conserva por tradición leonesa están ‘cuando llueve y hace frío es la vida del judío, cuando llueve y hace sol, es la vida del pastor’, o ‘los higos y las brevas son del primero que llega’ y aquel de ‘menos lobos, tío Germán’, entre otros.
Suenan algunos hoy más extraños, como abajo para referirse al Este, abangar para explicar cómo se encorva un cuerpo ante el peso de una carga, o abogar para tocar a entierro; frente a otros que están completamente extendidos en la actualidad, como abanicar en el sentido de zurrar o pegar, abarcar para rodear con los brazos, o abasto para dar sentido de abundancia.
Algunos, explican por sí mismo el origen de giros que hoy en día se siguen utilizando, como alfoz, y otros suenan más lejanos en el acerbo popular, como acifaifas coloradas para referirse a una comida inventada. Pero, sin duda, todos ellos, rememoran una lengua antigua que acerca más a otros tiempos: abuyaco, adil, anguarina, bazaco, buraco, cahola, cansera, caruja, concho; todas ellas, como define el propio autor del trabajo, ‘voces dotadas de especial valor etnográfico y sentimental’.
(d’El Norte de Castilla, 15-03-2010)
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