LAURA CASTRO
Hay quien dice que la juventud no se lleva en la piel sino en el corazón. Quizás exageren, pero lo cierto es que en ocasiones los ojos de un anciano transmiten más alegría y ganas de vivir que los de muchos jóvenes. Javier Díaz, conocido popularmente como ‘Javier el de Arroes’, es un ejemplo de ello. Natural de Niévares (Villaviciosa) pero afincado en Arroes desde hace tiempo, tiene 81 años pero goza de la curiosidad y el entusiasmo que ya quisieran para sí los de 20 ó 30.
Hijo de un concejal y de un ama de casa tradicional, a los 7 años escuchó por primera vez una gaita en las fiestas de Rozadas. La música de Herminio de Niévares le dejó profundamente tocado. La mezcla dulce y aguda de la gaita le cautivó y ya no pudo desengancharse de su sonido. Hoy, Javier ‘el de Arroes’ está considerado como uno de los folcloristas más importantes de Asturias. Pero no sin trabajo. Desde 1944 ha ido grabando todos y cada uno de los concursos y festivales de canción asturiana y de gaita. Su pasión y dedicación le han llevado a acumular más de 35.000 canciones grabadas. Su primera cinta es de la actuación de Rogelio cantando con los curas de La Peona en las fiestas de Arroes de 1944.
Además de sus recopilaciones personales, posee miles de vinilos y discos. El más antiguo, uno de cera de 1904. Hacerse con una colección así le llevó toda una vida. Allí donde había un cantante de tonada o un gaitero estaba Javier con su grabadora. Recuerda emocionado cómo consiguió su primer disco del famoso gaitero de Libardón. Le costó «1.000 pesetas de las de 1972». Era un disco de pizarra que, a pesar de su fragilidad, estaba perfectamente conservado. Ese día «me tocó la lotería», confiesa. También posee una gran colección de fotografías dedicadas y biografías de sus cantantes predilectos, como El Presi.
Si algo le define es su minuciosidad. Recoge su día a día en pequeñas agendas. Ya lleva más de 50. A modo de contabilidad musical tiene un infinito listado con los cantantes y las canciones de todos los festivales y concursos a los que ha asistido. Todos los nombres están acompañados de una referencia que le permite identificar la cinta donde están grabados. Le encanta recibir visitas y que le propongan retos. «Búscame lo que cantó mi padre tal año en tal concurso». Y él va y lo encuentra.
‘Xatos’ de dos cabezas
La caza es su otra pasión. Conserva decenas de animales disecados. También se ha esforzado para conseguir las más llamativas y extravagantes piezas. Como sus ‘xatos’ de dos cabezas. Sus despachos son el colmo de la organización. Cartuchos vacíos, ordenados y etiquetados con la fecha, el lugar y la presa que cazó con ellos.
‘El de Arroes’ se siente realmente orgulloso de todo lo que ha conseguido. Le encantan las visitas. Y más, si le traen algún tesoro. Familiares y amigos de quienes fueron grandes cantantes de tonada le entregan fotografías, discos y trofeos para que los coloque en su museo particular de Arroes, a sabiendas de que esas joyas heredadas y queridas no van a estar con nadie como con este anciano de raíces folclóricas.
A pesar de que no es profesor de tonada, cantantes noveles y veteranos acuden a él y a sus cintas continuamente en busca de ayuda. No se cansa de repetir que lo mejor es ir a la esencia, al origen de la canción asturiana y sus consejos han servido a muchos para superarse. Como agradecimiento, todos han cantado en los numerosos homenajes que le han hecho en estos últimos años. Más de 15. El patrimonio de Javier tiene un valor incalculable tanto para él como para los amantes y estudiosos de la música asturiana.
Pero a él lo que más le importa son sus amigos y su familia. Piensa emocionado en sus nietos y se los imagina leyendo sus diarios en un futuro. ¿Quién no querría tener la vida de su abuelo escrita por su puño y letra? Dicen que todo el mundo tiene un límite. En el caso de Javier y la música asturiana, «el límite está muy lejos y sin descubrir», afirma.
(d’El Comercio, 11-08-2013)
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