«No nos gusta limitarnos a interpretar un sólo estilo de música. En nuestro repertorio conviven partituras de Mozart con obras de Pin de Pría». El presidente de la coral polifónica San José, Ángel Iglesias, confiesa que la música asturiana es una de sus debilidades. «Aunque cantamos todo tipo de estilos, en nuestros conciertos nunca falta alguna que otra pieza de autores de la tierra», explica.
Para esta agrupación, nacida en 1984 como un coro parroquial, tan importante como disfrutar con la música es proteger aquella que, durante años, ha ensalzado los paisajes, gastronomía y cultura de Asturias. «Obras como ‘La Raitana’ de Pin de Pría, son testimonio vivo de nuestra historia, no podemos permitir que se pierda. Por eso intentamos fomentar la música asturiana», señala Iglesias, quien lamenta la falta de voces jóvenes que tomen el relevo de las que están en activo actualmente. «La media de los coros asturianos está en torno a los 65 años. Cuando se acabe esta hornada no sé que pasará», declara, y resalta que es una pena, pues el Principado es una de las pocas comunidades que puede presumir de contar con numerosos autores musicales. «En otros sitios hasta tienen que convocar concursos para obtener nuevo material», apunta.
Puede sonar llamativo, pero la polifónica San José inició sus andaduras cantando misas. «A mediados de los 80, un grupo de feligreses nos juntamos para empezar a cantar en los cultos», recuerda su presidente. Gracias a las ganas y seriedad con que los cantantes se plantearon este reto, todo fue rodado a partir de entonces. De los ensayos informales con ‘Pepita’, el grupo pasó a consolidarse como coro bajo la dirección de Francisco Fernández. Lo siguiente fue comenzar a interpretar piezas profanas y buscar otros coros con los que hacer intercambios. De esta forma, los cantantes conocieron ciudades como Lugo, Coruña, Plasencia, Ávila, Soria, Segovia, Pontevedra, Ávila y un largo etcétera. «La parte del concierto está muy bien, pero lo mejor llega cuando te juntas con el grupo anfitrión, sales a cenar y te vas animando a cantar», afirma Ángel Iglesias, quien recuerda una de las miles de anécdotas vividas en sus viajes. «Angelín Martínez, uno de nuestros tenores, hizo la mili en ceuta con maños y aprendió a cantar jotas. Cuando fuimos a Alagón, en Zaragoza, nuestros anfitriones se quedaron tan sorprendidos con su maestría que le regalaron un cachirulo», relata sonriente.
Como no podía ser de otra forma dado su amor por los intercambios corales, la polifónica se puso manos a la obra y dio a luz, en 1990, al I Encuentro Coral Santa Cecilia, que lograría reunir en la iglesia parroquial de San José a todos los coros de la ciudad, todo un hito. Hoy, 23 años después, este certamen es una cita imperdible para los amantes de la música coral en Gijón y una muestra más del peso que tiene esta coral que se atreve con todo. «Cantamos música religiosa, profana, clásica, asturiana, bandas sonoras, habaneras… Lo hacemos en inglés, bable, francés, latín y lo que haga falta», explica el presidente. Nada es imposible cuando de verdad hay interés.
(d’El Comercio, 13-01-2014)
Deixar ua Respuosta