SERGIO SÁNCHEZ COLLANTES
No hace mucho que se cumplieron 150 años del nacimiento del escritor gijonés Ataúlfo Friera Canal, el popular Tarfe. No fue en 2014, según la fecha equivocada que se repite indiscriminadamente en libros, diccionarios, enciclopedias, reseñas biográficas, catálogos bibliográficos y bases de datos varias. En todas se afirma que nació en 1864. Pero lo cierto es que lo hizo en 1863. Así figura en el libro del registro civil que se conserva en el Archivo Municipal de Gijón. Así que el siglo y medio del nacimiento de Tarfe se cumplió en 2013. Y lo hizo en medio del silencio más absoluto.
Hay este año, pese a todo, otra gran efeméride relacionada con Ataúlfo Friera que justifica el presente artículo: el 31 de marzo se cumplieron 125 años del comienzo de la publicación de La Comedia Gijonesa, un hito de la prensa ilustrada gijonesa y asturiana en cuyo origen desempeñó Tarfe un papel esencial. El acontecimiento servirá de excusa en mayo para la Selmana de les Lletres, que dedicará su 35 edición al cómic asturiano.
Decíamos que tan ilustre convecino vino al mundo un año antes de lo que se pensaba. Sucedió el 24 de febrero de 1863, en Gijón. Fueron sus padres la gijonesa Julia Canal y José María Friera, un afamado médico natural de Peón y simpatizante del ideario republicano. El alumbramiento tuvo lugar en la calle Corrida a las diez de la mañana. Fue inscrito con el nombre de Ataúlfo Baldomero Matías.
La vocación literaria del joven Ataúlfo empezó a notarse cuando era alumno del Instituto Jovellanos, según quedó reflejado en la prensa diaria local. En junio de 1879, por ejemplo, le otorgaron el premio en Retórica y Poética. Y en otoño del mismo año, en el periódico gijonés La Opinión destacaron su actuación en una función solidaria. Fue organizada para socorrer a los damnificados por las inundaciones que se habían registrado en el sureste de España. Tratando del recital poético, dijeron de Friera: «joven de muy corta edad, un niño todavía, el cual demuestra ya muy buenas disposiciones literarias y observa una aplicación no común en los estudios a que se dedica». Se hacían eco de los aplausos que le tributaron y apostillaban: «Sirva esto de estímulo al adolescente y de emulación a sus condiscípulos».
El estímulo, ciertamente, no se apagó en el joven Ataúlfo, que se trasladó a Madrid para seguir los estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Central. Allí tuvo algunos compañeros que luego brillaron en las letras españolas, como Miguel de Unamuno. Friera también visitó a menudo el local del entonces denominado Centro de Asturianos en Madrid.
De hecho, otro dato ignorado de su biografía es que se encuentra entre los promotores de ‘El Saloncillo’, creado por un grupo de jóvenes como sección científica-literario-artística. Su finalidad era organizar veladas, conferencias y actos similares. A su junta directiva, presidida por Leopoldo Olay, perteneció Friera en calidad de vocal.
Nuestro personaje regresó a Gijón en 1887 y colaboró prolíficamente en la prensa local, mostrando una especial predilección por los títulos que sostenían ideas liberales y democráticas. No por casualidad, en uno de sus artículos se refirió a «la santa, la noble, la justa causa de la República». Al poco de llegar, impulsó y dirigió el semanario Gijón-Begoña, una publicación festiva de carácter estival. Mientras tanto, no dejó de colaborar en otros títulos madrileños, como La Ilustración Española y Americana. En Asturias, fueron muy populares los artículos que publicó en El Comercio con el título ‘Mesas revueltas’, de los que luego se publicó una selección. También escribió una novela, Manolita Cálvez, y otros trabajos inéditos.
Pero, sobre todo, su nombre quedará unido a La Comedia Gijonesa. Ataúlfo Friera y José Prendes Pando crearon dicho semanario inspirándose en el Madrid Cómico, que se editaba en la capital de España y dio lugar a numerosas imitaciones en provincias. Tarfe se encargó de los textos y Pepe de los dibujos.
En primera plana, bajo el rótulo ‘gente de casa’, lucía siempre un retrato caricaturizado de algún personaje local perfectamente reconocible. La editorial Llibros del Pexe publicó en 2001 una reedición facsimilar de los 24 números que alcanzó esta singular empresa periodística, que Rosa María García Quirós ha considerado «una de las mejores revistas asturianas de todos los tiempos y, sin duda, la mejor de su época».
[strong]Bastonazo a Eladio Carreño[/strong]
El nombre de Tarfe quedó igualmente ligado a sonadísimos choques con algunos de sus vecinos, motivados por inquinas personales, aunque siempre con el telón de fondo de las controversias portuarias. Eran los tiempos de las luchas entre apagadoristas y muselistas: unos, partidarios de ampliar el puerto local; otros, defensores de construir uno nuevo en El Musel. Semejante disyuntiva envenenó la vida gijonesa durante años.
Entre los choques protagonizados por Tarfe, alcanzó gran repercusión el que lo enfrentó a Eladio Carreño, director de El Porvenir de Gijón e hijo del médico de igual nombre. Se trató de un violento suceso. Don Eladio, muselista de pro, regentaba una droguería en la calle Corrida y, hallándose un día a la puerta del establecimiento, se le aproximó Friera, bastón en ristre, y le descargó un estacazo en la cabeza del que tardó varios días en recuperarse. Ocurrió, según el propio Tarfe, «en pleno día», cuando «dicha calle se hallaba más llena de gente».
No sabemos en qué momento Tarfe puso rumbo a la locura, a una triste enajenación que nubló su genio alegre y temprano, pero hay apreciaciones de varios contemporáneos que no dejan de resultar proféticas. Así las que hizo desde Gijón en 1891 el corresponsal de un diario leonés, que consideraba a Tarfe «dueño de una imaginación rica y fogosa. Favorecida con su cerebro del que espontáneamente brotan concepciones grandes y verdaderamente peregrinas». Ya lo dijo Séneca: no hay genio extraordinario sin mezcla de locura.
[strong]Murió en un manicomio[/strong]
Tarfe debió de conservar el juicio al menos hasta bien entrados los noventa, ya que en 1894 se casó en la villa con Clotilde Jacoby. Todavía en 1893 había fundado otra publicación humorística, La Golondrina, para la que volvió a disponer de la colaboración de su querido Pepe Prendes Pando. También siguió colaborando en l Comercio, hasta 1896 aproximadamente. Pero después, la cordura del treintañero parece haberse nublado de forma inexorable. En 1909 la prensa ya se refería a Tarfe como «el malogrado poeta gijonés». Su salud mental se había ido deteriorando hasta el punto de verse condenado a reclusión domiciliaria. Lo acabaron internando en el Manicomio Provincial de Oviedo, de donde fue trasladado al sanatorio de Valladolid, en el que murió en agosto de 1918.
El propio Tarfe escribió de sí mismo una jocosa semblanza inédita que utilizó como colofón de uno de los muchos textos de El Comercio. Hablaba de las tarjetas de visita que, a su juicio, solían convertirse en «una de las manifestaciones más claras de la estúpida vanidad humana». Más allá de la sorna, contiene datos biográficos de mucha utilidad. Y bien puede servir de broche para este artículo:
«Ataúlfo Friera. Literato ilustre, poeta distinguido, periodista de pueblo, redactor, administrador, colaborador y vicecónsul de El Comercio, Bachiller en Artes, y cuasi, cuasi Profesor de Filosofía y Letras. Novelista en ciernes y dramaturgo en agraz. Polemista, escritor festivo y autor de varias obras muy celebradas por su familia. Exdirector literario de La Comedia Gijonesa. Socio de mérito del Casino de Gijón, exsocio del Ateneo de Madrid, socio del Ateneo-Casino Obrero y del Sport-Club Apagadorista y otras muchas cosas que, por modestia, se callan».
(d’El Comercio, 12-05-2014)
Deixar ua Respuosta