MIGUEL ROJO
Alberto López Basaguren es catedrático de Derecho Internacional por la Universidad del País Vasco, además de miembro del Comité de expertos que vela desde Europa por el cumplimiento de la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales, suscrita por los estados miembros del Consejo de Europa, entre los que está España. Hoy acude a la Casa de Cultura de Nava para ofrecer una conferencia titulada ‘¿Qué pue facer Europa poles llingües minoritaries? El casu asturianu’ (12 horas). El acto, organizado por la Fundación Caveda y Nava, incluye además una intervención poético musical a cargo del gaitero Flavio Benito y el poeta Xuan Bello.
¿Cuál es la situación actual de la lengua asturiana y qué procedimientos recomienda para esta lengua el comité del que usted forma parte?
Mi conocimiento del asturiano es limitado, sobre todo desde el punto de vista social. Conozco su situación legal y desde el comité de expertos solemos ser muy respetuosos con las situaciones internas. Cada comunidad debe afrontar las decisiones que afecten a la realidad de sus lenguas. Nosotros sí recomendamos que se estudie la posibilidad de cambiar el estatus del asturiano y declararlo oficial, siempre que haya un consenso suficiente. En el momento de aprobar el Estatuto de Autonomía no había tal consenso y se optó por una figura de protección más baja, aunque en mi opinión la situación está mejorando en los últimos años.
¿Corre peligro de desaparecer entonces la llingua asturiana?
El comité se vio sorprendido al elaborar nuestos informes porque a pesar de no ser lengua oficial -por lo que no se le aplican las disposiciones de la carta en cuanto a su presencia en los medios de comunicación, educación o administración, por ejemplo- y a pesar de contar con una protección solo genérica, constatamos que había un avance en muchos aspectos que la acercan a las lenguas oficiales. Está en una situación particular porque es mixta. También se destacó la gran labor de la Academia de la Llingua sobre todo en su estandarización. Los trabajos se han hecho en Asturias con seriedad científica, con una gran base filológica. Es impresionante que en una situación como la que está se haya hecho ese trabajo. También observamos que se ha ido abriendo espacio en los medios, y sobre todo en la educación.
¿No es contradictorio que se enseñe en las escuelas una lengua que no es oficial?
Sí y no. El comité se vio sorprendido por ello, porque la protección legal era poco incisiva y no exige llegar tan lejos, pero sin embargo se ha avanzado en ese aspecto. Las cifras de escolarización demuestran que los padres quieren que sus hijos conozcan esta lengua. Aún así, el informe habla de la posibilidad de estudiar las lenguas minoritarias aunque no sean oficiales. Eso sí, normalmente en Europa, cuando no hay oficialidad, las lenguas no suelen avanzar en ese sentido.
¿Qué aportaría la oficialidad?
Si se quiere integrar completamente a la sociedad asturiana hay que reconocer a los que usan la lengua minoritaria. Se ha constatado en Europa que el reconocimiento de las minorías es condición indispensable para la paz y la estabilidad política. En España, el linguístico es un elemento de conflicto mayor que en otros países y suele identificarse con determinadas posiciones políticas. Algunos partidos toman la bandera de la lengua y a la inversa. Los asturianos deben encontrar la sabiduría para desligar la aceptación de la lengua de ciertas políticas y buscar un consenso sin connotaciones partidistas. La oficialidad puede ayudar, pero la vitalidad de la lengua asturiana depende de la propia comunidad. Es la gente la que la tiene en sus manos. Eso sí, creo que en Asturias hay un creciente consenso sobre la necesidad de conservarla.
¿Qué dificultades, si las hay, tendríamos que afrontar, a la vista de lo sucedido en otras comunidades?
La señalización pública está muy extendida, también la toponimia, el diccionario, la gramática… Hay tanto hecho que es casi como una lengua oficial. En España estamos acostumbrados a un modelo como el de Cataluña y País Vasco, pero una lengua oficial admite distintas modulaciones y es el Estatuto de Asturias el que debería establecer las que quiera la sociedad.
(d’El Comercio, 31-05-2014)
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