BELÉN G. HIDALGO
Tal y como exige la tradición, las imágenes de los santos fueron llevadas hasta Ribera para escuchar L’Amuravela. Pasaban unos quince minutos de la una de la tarde. Apenas una hora antes, pixuetos y visitantes, armados con paraguas, pedían al cielo una tregua. «Por lo menos que deje pasar L’Amuravela», imploraban. Y la lluvia esperó. «San Pedro nos mandó un clarín», agradecían. Pero si algo no dejó de caer durante media hora fueron críticas.
La sátira mordaz de L’Amuravela no dejó títere con cabeza: desde el Ayuntamiento de Cudillero hasta la Moncloa, pasando por la Casa Blanca y Corea del Norte.
A nivel nacional la corrupción fue la gran protagonista del sermón. «Politicus, empresarius / banquerus ya sindicatus / naidi si llibra de esta/ ¡son muy golosus lus cuartus!», decía Cesáreo Marqués antes de analizar los casos que afectan a Asturias. «Gurtel, Púnica, Canalis… / son solu algunus casus / aquí el Marea ya a Villa /qu’agora lus tan xuzgandu / tamián la Uperacion Hulla / que andan invistigandu / mas bian Bulla, diría yo / po’l fedor que ta dexandu», resumía. «Muy clarito, sí señor», asentían en un corrillo varias mujeres. «¡Cuánta razón tienes!», exclamaba el público.
L’Amuravela abordó también la fracasada moción de censura contra el Gobierno de Rajoy: «Si nun si puanin d’alcuerdu, / una mución de cinsura /nun nus arregla el intuartu, / pa gobernar, tan las urnas, / lu otru son solu cuantus, / sobrimanera, Patrón, / si el arroz si vei pasandu». «¡Son todos iguales!», comentaban entre el público. El sermón, añadía Roberto González, «dice verdades como puños». Mariflor Fernández, por su parte, hace lo posible por venir todos los años. «Mi madre era pixueta. Me encanta. Es una sátira tremenda».
El cupo de la caballa
Como villa marinera, no faltó una de las problemáticas del sector pesquero: el cupo de la caballa. «Cabamusla en un tris tras / sin apenas dar cumianzu, / pasa xustu lu contrariu / que socedi co lus vascus / que la tirminan ¿güisti? / ya unda lis sigiui sobrandu».
Pronto le llegaría el turno al alcalde, Ignacio Escribano, que escuchó las asignaturas pendientes que tiene con los vecinos: «Sigui tandu la viñeta / cara como l’outru añu, / lu del agua pa beber / unda nun lu arriglarun, / en Sotu nun ven la teli / en cuantis que asopla el viantu / si aparecin vertederus / culpan al amu del prau, / solu si ve el puablu limpiu / cuandu ta próximu’l vranu / en sin falati d’impuastus / que bian lus tamus pagandu». Los aplausos resonaron en la plaza de la Marina y en los corrillos hablaban del «zasca» de Cesáreo Marqués al regidor pixueto.
Marqués lleva más de treinta años recitando el sermón y 23 dotando de ritmo los setecientos versos que lo vertebran. Explica que va tomando apuntes a lo largo del año y que es San Pedro quien le guía en lo que tiene que escribir. «Lo hago directamente en pixueto. A partir de abril comienzo a redactar y a primeros de junio la tengo ya casi terminada», añadió.
(d’El Comercio, 30-06-2017)
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