C. DEL RÍO
No tiene ocho apellidos asturianos ni falta que le hacen porque Montse Machicado Compañy (Xixón, 1964) defiende la llingua y la promoción de la cultura asturiana desde la convicción personal de quien cree en lo que hace. Responsable de la Estaya de la Llingua de Avilés casi desde el momento en el que se creó, no puede imaginar otro puesto que la haga más feliz. Su trabajo combina la vocación pedagógica que siempre ha sentido con la libertad que le gusta disfrutar para desempeñarlo. Tiene que dar cuenta, eso sí, al concejal de Cultura de turno, pero hasta el momento ha tenido la suerte de sintonizar con los tres que ha conocido.
Gijonesa hasta la médula, Montse se confiesa una enamorada de Avilés. Claro que no todo el mundo tiene la suerte de cruzar el parque de Ferrera a diario para llegar a la oficina de la Estaya, ubicada en el primer piso de la Casa Municipal de Cultura. ¿Puede haber mejor lugar para trabajar? Es una pregunta retórica que, de vez en cuando, cruza su cabeza mientras se afana en las traducciones y en la organización de diversos ciclos de normalización lingüística con los que la concejalía de Cultura pretende introducir el asturiano con naturalidad en las aulas.
Montse ama la lengua desde mucho antes de licenciarse en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Ama las lenguas, en realidad, a las que considera mucho más que una herramienta de comunicación. Son historia de los pueblos y, en ese sentido, tan interesante le resultan las muertas como las vivas. De hecho, durante varios años fue profesora de lengua española, francés, asturiano, latín y griego en una academia de enseñanza que fundó junto a una socia en Gijón. Fue algunos años después de haberse licenciado y haber trabajado en sectores variopintos, entre otros en la Unión de Comerciantes de Gijón.
En uno de esos trabajos estaba en 2006 cuando se enteró por el periódico de la convocatoria pública de la concejalía de Cultura avilesina para llevar la Estaya, creada un año antes. Como la Ley de Murphy se cumple, el aprobado de la oposición llegó a la vez que una beca para un trabajo similar en la Oficina de Normalización Llingüística de Xixón, a la que evidentemente renunció. Las pautas del trabajo estaban claras y las herramientas de trabajo, también. Tiene autonomía, línea directa con la concejalía, el apoyo del aparato administrativo municipal y la red de contactos de años trabajando en temas de asturiano.
Fue su madre la que contagió el interés y amor por la lengua vernácula tanto a su hermana como ella. Más que contagio, Monste habla de transmisión. En casa se ‘falaba’ y las tres mujeres de la familia reforzaron y ampliaron conocimientos gramaticales en los cursos impartidos en la Universidad Popular. Luego, en su etapa universitaria, tuvo como profesor a Xosé Lluis García Arias, expresidente de la Academia de la Llingua, y que como docente de dialectología, les daba la opción de realizar el examen en asturiano. Fue el profesor que mayor sensibilidad mostró con la llingua y el director de la investigación en su trabajo de doctorado. Parecía ya que los caminos de Montse apuntaban hacia Avilés porque centró su análisis en un libro de acuerdos del siglo XIV que permanece en el archivo histórico municipal. En él se registraban las compras, las ventas, las fechas y el nombre de los protagonistas de la transacción. Antes de abordarlo sabía que era un libro con «muchos modismos en llingua asturiana». La sorpresa cuando estuvo en sus manos fue describir el fabuloso hallazgo desde un plano morfológico y toponímico.
Formada como especialista en asturiano con la que hoy es presidenta de la Academia de la Llingua, Ana Cano, pronto comenzó a realizar trabajos de traducción y a impartir cursos, algunos por cierto en Avilés. Una nueva señal.
Normalización
Desde su puesto al frente de la Estaya de la Llingua, Montse tiene claro que la sensibilización debe trabajarse transversalmente y desde edades tempranas, aunque la primera campaña potente de normalización se llevó a cabo en la hostelería. Pensándolo bien, no es nada descabellado. Montse rehuye la confrontación en el muchas veces apasionado debate sobre el fomento y el uso del asturiano, pero tampoco entiende que no interese su promoción. Por eso ella procura centrarse en sacar adelante toda una serie de ciclos, jornadas y actividades cuyo acierto y oportunidad confirma el paso del tiempo.
Se pueden enumerar unos cuantos: la Reciella de la Factoría, las xuntes d’Escolines y escolinos, la Folixa de Navidá, el Abilius, visitas guiadas en asturiano, talleres, concursos y lo que se tercie porque, como dice ella, están todo el día «entamando».
(d’El Comercio, 27-01-2019)
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