M. F. ANTUÑA
La dictadura ya agonizaba cuando nació Conceyu Bable, el origen de todo, el germen de una lucha por la cooficialidad de la llingua que ha conducido al aquí y ahora, cuando una escritora en asturiano acaba de asumir el cargo de consejera de Cultura. Berta Piñán, aunque entonces todavía era una niña, conoce a fondo la lucha que iniciaron en 1974 Xosé Lluís García Arias, Xuan Xosé Sánchez Vicente y Lluís Xabel Álvarez, entre otros, que llegó después de que surgieran entidades como la Asociación de Amigos del Bable o la Asamblea Regional del Bable.
En 1976 se registró la asociación Conceyu Bable cuando aún ese segundo término para referirse a la llingua no estaba proscrito para los asturianistas. «En mi casa la aparición de Conceyu Bable se vivió con emoción y con entusiasmo, de repente la lengua de la intimidad familiar se revestía de dignidad pública; era la primera vez que se hacía algo semejante», explica Ramón d’Andrés, que entonces tenía 15 años y recuerda perfectamente cómo había surgido dos años antes como una sección dentro de la revista ‘Asturias Semanal’ que dirigía Graciano García. Comenzaron las pintadas, las pegadas de carteles, las excursiones, las ventas de libros para recaudar fondos y en 1978 desde Conceyu Bable se estrenó la sección ‘Alitar Asturies’ en el diario El Comercio, que marcó un antes y un después en la manera en la que los medios de comunicación trataron a la llingua asturiana.
Antes, en 1976, se había convocado una manifestación que pasó a la historia bajo el lema ‘Bable nes escueles’ en Gijón. «Era la segunda manifestación legal que se celebraba en Asturias y solo por eso era un acontecimiento», revela Ramón d’Andrés. Para él fue la primera vez y repite al dedillo el recorrido: «Empezó en el paseo de Begoña, bajó por Fernández Vallín, se metió por Moros y acabó en la plaza Mayor».
Para cuando se instalaron los 80 en el calendario de una España exultante de libertad la cosa empezó a crecer y a tomar forma al unirse a la lucha otros nombres ilustres como los de Xuan Bello, Adolfo Camilo Díaz, Xune Elipe o la propia Berta Piñán. En 1980 se creaba la Academia de la Llingua Asturiana y llegaban muchas más manifestaciones, conciertos, exposiciones, de los que el Muséu del Pueblu d’Asturies conserva una colección procedente de dos donaciones: de la Fundacíon Belenos y del Movimiento Comunista de Asturias.
«Me acuerdo perfectamente del primer acto de presentación de un libro en asturiano, tenía 15 años, fue en 1981, ‘Señaldá en la seronda’, y me acuerdo de una primera manifestación que fue en realidad concentración en torno al 25 de mayo en el 82 o 83». Las memorias desgranadas ya con una cierta neblina las firma el escritor Xuan Bello, que cuando era todavía un chaval, en 1984, fue uno de los fundadores de la Xunta pola Defensa de la Llingua, que quería movilizar a la sociedad civil en pro de la causa y se convirtió en convocante eterna de esa cita en mayo con la protesta en favor de los derechos lingüísticos que primero daba una vuelta alrededor de la Junta General del Principado y más tarde comenzó a viajar desde la estación de Renfe por la calle Uría rumbo al Campoamor, ese periplo en el que han ido creciendo las pancartas, los manifestantes y también los aliados. Oviedo ha sido siempre su territorio, aunque también en alguna ocasión discurrió por Gijón y Avilés. Precisamente la de Avilés fue la primera manifestación que recuerda Inaciu Galán, hasta hace poco al frente del Iniciativa pol Asturianu, surgida ya mucho tiempo después, en 2011, con el ánimo de tender puentes y construir consensos. «Fue un Día de les Lletres en 2004, siempre recuerdo que ese día nos vemos mucha gente que solo entonces coincidimos y que sirve para decir ‘aquí seguimos, trabayando’».
Entre el primer recuerdo de Xuan y el primer recuerdo de Inaciu pasaron muchas cosas. «Fue poco a poco, y el trabajo cultural fue fundamental, los prejuicios que existían hacia el asturiano eran terribles y esa batalla sí que está ganada, hoy a nadie se le ocurriría decir que el asturiano no existe o que los que hablan asturiano son proetarras y en aquellos primeros años se decía», señala Xuan Bello. Ramón d’Andrés confirma que se ha ganado en respetabilidad social, que el asturiano ya no es de paletos ni de militantes asturianistas peligrosos, y también peso cultural: «Hoy es imposible describir la vida cultural de Asturias sin contar con la literatura o la música que se expresan en lengua asturiana».
En el camino hubo tertulias como la Óliver, un sinfín de publicaciones que fueron naciendo y sobre todo, escritores que fueron usando la llingua para sus novelas, sus poesías, sus ensayos. «En esto hubo una parte que consideró que era una movimiento de la calle y otros consideramos que era un movimiento de la cultura, y con la síntesis del tiempo, yo creo que eran las dos cosas, tan importante fue la movilización como que se escribiesen libros buenos», concluye Xuan Bello, que sabe que «los proyectos culturales son exasperantemente lentos», y que el camino que aún hoy se sigue trazando tiene tras de sí la huella de escritores, de pintores, de periodistas, de maestros, de médicos… Y entre los periodistas, un nombre muy destacado, Francisco Carantoña que siempre apostó por la llingua a través del ya citado ‘Alitar Asturies’.
La población fue asumiendo el valor que el asturiano tiene y las manifestaciones se fueron nutriendo de más caras y de más respaldos. Lo que inicialmente solo apoyaban los partidos nacionalistas o regionalistas, fue sumando fuerzas: primero, los sindicatos y, por fin, los partidos nacionales, Izquierda Unida ya tiempo atrás y, por último, el PSOE. «Ahora estamos esperando por el PP y el Ciudadanos, que vendrán», dice Bello.
Todos esos carteles que atesora el Muséu del Pueblu d’Asturies son testimonio de una lucha que continúa, pero que ha dado un giro total. «Que Berta Piñán sea consejera es un sueño cumplido. Si a Antón García, a Berta o a mí, mientras encuadernábamos revistas de poesía, hubiéramos soñado que uno de nosotros iba a ser consejero, seguramente nos hubiéramos reído».
(d’El Comercio, 28-07-2019)
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