Junto con una misma cultura, un pasado compartido y un futuro encarado de la mano, el principal elemento unificador de cualquier pueblo suele pasar, a menudo, por la existencia de una lengua en común. Y si, en el conjunto de la región, ese es el caso del asturiano, en Corvera la preservación de esa pieza intangible del patrimonio cultural es responsabilidad del historiador Rafael Rodríguez Valdés (Oviedo; 1978), coordinador, desde hace una década, de la Casa de la Llingua del concejo.
Lleva diez años dedicado a promocionar el uso del asturiano en Corvera. Esa misión, a lo largo de tanto tiempo, puede tener muchos frentes abiertos.
Así es. Desde el servicio de normalización lingüística hemos hecho un poco de todo. Desde cursos de uso del asturiano hasta talleres de historia, o charlas sobre la toponimia en el municipio, pasando por campañas concretas, como nuestro Calendario de la Huerta, o el libro de seguimiento infantil. La verdad, poco hemos parado.
Además de la misma lengua, ¿qué une esos elementos?
Creo que, por encima de todo, la continuidad. Eso es algo que marca la diferencia con otros concejos. Pensemos que la ley de uso y promoción del asturiano define las competencias de los municipios en cuanto a la promoción de la lengua; a partir de ahí, cada Ayuntamiento decide. Y otros realizan iniciativas puntuales, pero desde el área de Cultura de Corvera existe una voluntad por mantener esa promoción en el tiempo. Por eso estamos donde estamos. Pensemos en el certamen literario Versovera; por él han pasado decenas de autores, se han abordado muchas temáticas, ha atraído a públicos muy diversos… Es algo difícil de igualar.
¿La respuesta social, por tanto, es positiva?
Esa pregunta tiene doble filo. Por un lado, siempre quieres llegar a más personas, hacer más cosas, y durante más tiempo. Ahora bien, lo que hacemos tiene un impacto grandísimo. Del calendario de la huerta, por ejemplo, si sacamos dos mil ejemplares, se reparten todos. Las nuestras son actividades con un perfil diferente a otras culturales que se organizan, o a las deportivas. Si un taller atrae a quince participantes, pueden parecer pocos, pero, en contexto, nos sitúa al mismo nivel que a las demás iniciativas locales.
Un gran poder de atracción entre los corveranos.
Y no solo entre ellos. A nuestras propuestas vienen personas de Avilés de Castrillón, de Illas… Lo hacen porque en sus municipios no tienen nada parecido, y ahí vuelve a entrar en juego la continuidad. Además, en Corvera hemos dado una proyección exterior a lo que hacemos, cosa que no sucede en otros servicios de normalización.
¿Cómo percibe la situación del asturiano entre la juventud?
Sinceramente, no sé hasta qué punto las nuevas generaciones mantienen esa conexión de antaño con la lengua. Es verdad que la asignatura de asturiano lleva muchos años presente en las escuelas, y que goza de aceptación, pero la pérdida está en el ambiente. Corvera se transformó mucho a lo largo de las décadas, desde la llegada de obreros de otras regiones para trabajar en Ensidesa. Y la Corvera de hoy está más globalizada, ha tenido más influencias externas. La castellanización ha afectado a todos los concejos, y el nuestro no iba a ser una isla.
Entre las labores de la Casa de la Llingua figura visibilizar la historia del concejo. Una gran desconocida para muchos.
Hay un conocimiento superficial. Todo el mundo sabe que la Jira al Embalse tiene una historia relacionada con Ensidesa, pero es posible que no sepan que nació como fiesta de empresa, los cambios producidos cuando pasó a ser organizada por la UGT y, después, por el Ayuntamiento. Ahora bien, cuando se hacen esfuerzos por ampliar ese conocimiento, la gente responde. En los 90, cuando González Calle publicó la historia de Corvera, tuvo muchísimo éxito. Las acciones institucionales inciden en ese conocimiento. Y antes de Ensidesa hubo una vinculación cultural y literaria importante, que quizá haya que redescubrir.
A la vista del escenario actual, ¿qué aspectos mejoraría?
Con la ley vigente en la mano, creo que, por ejemplo, la transversalidad en el uso del asturiano entre concejalías. Y también la toponimia. El asturiano no es oficial, pero la toponimia sí lo es. Esa oficialización toponímica no se ve en los carteles del aeropuerto o de las estaciones, en las carreteras… No siempre explotamos el marco legal tanto como podríamos. Muchas veces hay leyes que existen, pero que la gente desconoce, y que, por tanto, no se aplican.
¿Qué futuro le augura al asturiano en los próximos años?
No me gusta jugar a ser visionario, aunque pienso que va a depender de dos factores: de lo que haga el Principado ante un posible plan de normalización del uso del asturiano, y de su presencia en los medios de comunicación; sobre todo, de los audiovisuales. Dicho esto, soy escéptico, porque lo que se podría hacer dentro de cinco años podría estar haciéndose ahora. La ciudadanía puede querer un cambio jurídico y administrativo, pero eso no nos puede dejar con los brazos cruzados.
(d’El Comercio, 16-05-2022)
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