MIGUEL ROJO
Xosé Antón González Riaño (Viella, 1956) es profesor titular del departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo. Entró en 1987 a formar parte de la Academia de la Llingua Asturiana, de la que fue vicepresidente y responsable del programa de formación. Desde junio de 2017 ocupa la presidencia de la institución, punta de lanza de los estudios filológicos y lingüísticos sobre la lengua tradicional asturiana y defensor acérrimo de su oficialidad.
Tres años al frente de la Academia. ¿Qué balance hace?
En estos tres años se hizo un trabajo de ahondamiento en la línea que ya llevaba Ana Cano. Seguimos trabajando en la divulgación científica del asturiano, impulsando las publicaciones, la innovación terminológica y el nuevo léxico… también la proyección social de la lengua, de la mano de Gobierno, instituciones, partidos, Universidad…
En la Universidad han logrado muchos avances.
Las relaciones son excelentes, nunca hubo una confluencia de intereses como la actual. En general, en todos los ámbitos, puede decirse que se continuaron las políticas que veníamos planteando y que han tenido éxito.
¿A qué achaca ese éxito?
Se avanzó mucho gracias a que en estos momentos hay un Gobierno de Asturias con el apoyo de la FSA-PSOE que lleva en su programa la oficialidad del asturiano. Tenemos buenas relaciones y estamos convencidos de que a lo largo de esta legislatura se podrá homologar el estatus jurídico del asturiano al del resto de lenguas oficiales del estado.
¿Tendremos asturiano oficial esta legislatura entonces?
Para que el asturiano sea lengua cooficial, de acuerdo con la Constitución, se exige una reforma del Estatuto de Autonomía. Mientras no haya oficialidad se puede hacer una política lingüística acorde a la Ley de Uso de 1998, que todavía tiene desarrollo. Es la vía que tenemos ahora para avanzar, como preparación previa para la cooficialidad. Y sí, creo que llegará esta legislatura y supondrá cohesión social y desarrollo económico para Asturias.
¿Salen las cuentas en la Junta General ?
Hay una mayoría parlamentaria inequívoca a favor de la oficialidad. PSOE, IU y Podemos suman 26 diputados. Se necesita una mayoría cualificada de 27. Yo estoy seguro de que a lo largo de la legislatura habrá dinámicas internas en otros partidos que permitirán lograr esa mayoría.
¿Piensan en Foro Asturias?
No hay que descartar que el PP recapacite y se dé cuenta de que la lengua asturiana representa un valor cultural, social y económico muy importante. Puede tomar como referencia a un PP que logra mayorías absolutas en Galicia y que, precisamente, es muy respetuoso con la tradición cultural y lingüística. También hay otras opciones. Ciudadanos es un partido político que en otras comunidades defiende el bilingüismo no discriminatorio, hacer posible una coexistencia entre el español como lengua común y la lengua propia de cada comunidad. No es tampoco descartable que puedan dar su apoyo. Y Foro tiene una gran sensibilidad hacia la cuestión lingüística y cultural, siempre la entendió como una cuestión transversal, al margen de ideologías concretas.
Tampoco puede obviar que desde el PP y otros partidos, como VOX, e incluso dentro del PSOE, existe un tradicional rechazo a la oficialidad.
La posición del PP en este momento en relación con la cuestión lingüística es coyuntural y táctica. De hecho es novedosa. Hace 20 años, cuando se planteaba una reforma estatutaria, quien pedía la oficialidad para el asturiano y exigía consenso al PSOE era el PP. Después de aquel fallido intento a finales del siglo XX mantuvo durante un tiempo una posición no beligerante. Su posición actual es una táctica que, en su propio beneficio, debería modificar. Estoy seguro de que llegado el momento, si no quiere quedar en evidencia, el PP se miraría en el espejo de Galicia.
¿No cree que en los últimos años el tema de la oficialidad se ha ideologizado? La izquierda favorable, la derecha en contra.
Yo creo que eso no es así, los estudios sociolingüísticos que realizamos llegan a la conclusión de que hay partidarios de la oficialidad en todos los partidos políticos. Es una cuestión transversal. Coyunturalmente parece que su proyección política se identifica con una izquierda favorable y la derecha en contra. Sin embargo, solo el 20% de la población mantiene un rechazo contra la oficialidad, hay una mayoría a favor. Sociológicamente hay mayor consenso que en la Junta General.
Los contrarios mantienen que la oficialidad implicará la obligatoriedad. ¿Será así?
Implicará la libertad de uso lingüístico. En una situación de oficialidad habrá que dignificar la lengua minoritaria, tanto en el ámbito de la administración como en los medios de comunicación públicos, en la enseñanza… nunca sería una imposición. Desde el punto de vista de la enseñanza, sería una asignatura normal, al alcance de todos los alumnos en las etapas no universitarias, una asignatura que deberían estudiar la generalidad de los alumnos, garantizando excepciones como la del alumnado que venga esporádicamente de otras comunidades u otros países, alumnos de paso en Asturias…
Así que sería una asignatura obligatoria.
No existe el concepto de asignatura obligatoria. Yo creo que después de un proceso tan largo, de 40 años, en estos momentos sabríamos hacer la oficialidad que necesita Asturias, y no tiene que ser igual que en otras comunidades autónomas, como el País Vasco o Cataluña. Asturias tiene que buscar su propio camino hacia la oficialidad, tenemos una experiencia detrás, sabemos qué es lo que la gente quiere asumir, sabemos qué equivocaciones se cometieron en otras experiencias. Necesitamos una oficialidad desde el punto de vista social y económico. Tiene que ser una oficialidad integradora de toda la sociedad asturiana.
¿No implica eso la obligación de profesores y personal de la administración de aprenderla?
No vamos a jugar con las palabras. Desde luego, debería haber un mínimo de personas en la administración asturiana que conozcan la llingua para solucionar las relaciones con los hablantes, pero sería una parte mínima del funcionariado. Y desde luego, ese ajuste a la nueva realidad administrativa debería hacerse por fases. No tendremos todos los derechos conseguidos en el momento que se declare la oficialidad. Pero esa formación no habría que plantearla como algo obligatorio para el funcionario, sino que se incentivaría que quieran formarse y capacitarse. No me planteo que un arquitecto del Principado, o un médico, tenga necesariamente que conocer el asturiano, ni exigírselo. Pero sí creo que aquellos sectores de la administración que tengan que estar en contacto con el público se acabarán formando. Nunca hubo problema con eso en Navarra, Valencia, en Galicia… nunca será un problema aquí.
Los centros de salud, por ejemplo, tienen atención al público.
De un médico, lo que quiero es que me sane, no que hable en asturiano. Si habla en asturiano también me prestaría, pero lo verdaderamente necesario es que seamos capaces de dotar al sistema sanitario asturiano de los medios que necesita, yo no me metería en cuestiones que son colaterales a la labor que tienen que desarrollar. Si después alguno tiene especial sensibilidad y, para relacionarse en asturiano con la gente que llega a sus consultas, sobre todo con gente de una cierta edad, entiende o usa el asturiano, tanto mejor. También sería necesario que lo supiesen algunos funcionarios en el ámbito de las consejerías, en las administraciones, en el equipo que redacta el BOPA… pero no tiene que ser nunca un problema para el funcionariado.
¿Serán necesarios traductores en la Junta General?
Seríamos el único parlamento español con ese servicio. Ni en Galicia ni en Cataluña ni en Valencia lo tienen… Bueno, sí lo hay en el País Vasco y Navarra, porque las lenguas son muy diferentes. Pero en el caso del asturiano sería complicar las cosas de una manera consciente para generar un conflicto. No queremos esa oficialidad, una oficialidad que complique la situación. No jugamos a eso. Queremos una oficialidad que una a los asturianos.
También sería necesario ofrecer información por escrito en las dos lenguas.
Hay programas informáticos que solucionan prácticamente todas las situaciones. El coste sería mínimo.
¿Cuánto costaría la oficialidad a las arcas públicas?
Hay sectores que harán de la cuestión del gasto una parodia de lo que iba a implicar social y económicamente. No queremos una oficialidad de 70 millones de euros, que es lo que algunos dicen que costará, porque no la necesitamos. Otra cosa es que se use ese argumento para posicionar la gente en contra. Con 20 millones de euros se puede hacer la oficialidad que queremos. Estaríamos hablando del 0,5% del presupuesto. No vamos a gastar un montón de millones en la oficialidad que a algunos les gustaría que hubiese para poder criticarla.
Aunque sean 20 millones, es un coste elevado.
Más que coste a mí me gusta llamarlo inversión en la cultura de Asturias y tendrá repercusiones económicas, volverá a la sociedad. Sería un revulsivo para la industria editorial, discográfica, tecnológica, para los medios de comunicación, para el turismo… Una oficialidad bien planteada será rentable para Asturias, como lo es en Valencia y en Galicia, donde hay estudios universitarios que avalan esta afirmación.
¿En qué se irían esos 20 millones que calculan?
La oficialidad, básicamente, se aplicará en dos ámbitos: la normalización social y su aplicación en el sector educativo, que es lo más costoso. En educación Infantil, Primaria y Secundaria, costaría 14 o 15 millones de euros. En el ámbito social e institucional, administración y medios de comunicación, unos 6 millones.
Esos 14 o 15 de la educación, ¿serían para personal?
El coste básico sería para personal. Calculo que podían ser alrededor de 250 o 300 profesores entre Primaria y Secundaria.
¿Es favorable a un canal en asturiano en la televisión pública?
En los medios de comunicación públicos, en una oficialidad bien llevada, no sería necesario un canal específico en asturiano. Yo apuesto más por la convivencia armónica, con un 50% de la programación en cada lengua. Eso sería muy educativo, porque trasladaría ese equilibrio de que en Asturias las dos lenguas se utilizan con normalidad.
¿Los informativos, al 50%?
Tanto en espacios informativos, como en deportes. No debería dejarse el asturiano para los programas etnográficos, ruralistas, de ocio… debería estar en igualdad de condiciones. Sería lo más económico y lo más aconsejable desde el punto de vista social y pedagógico. Lo mismo podría pasar en la radio pública. La administración, además, podría plantear la promoción del uso del asturiano en los medios privados si queremos protegerlo y promocionarlo.
«Hay que apoyar más la creación literaria y audiovisual en asturiano»
¿En qué beneficiaría la oficialidad a los asturianos?
La oficialidad es un elemento de dinamización social, de orgullo, un sentimiento de solidaridad. Gales, por ejemplo, en los 80 y 90 del siglo pasado, pasó por una gran crisis industrial y todo desapareció. La UE les aconsejó que apostasen por potenciar la lengua y cultura propias. Hicieron caso, protegieron el galés, lo hicieron oficial, lo llevaron a la educación y a la televisión. El resultado fue que crecieron como país y salieron adelante con una industria audiovisual muy potente. Fueron punteros en el desarrollo de internet, y todo se generó en torno a la identidad galesa. Ahora tienen una industria cultural y tecnológica de primer nivel. En una situación tan privilegiada como la de Asturias, una comunidad sin diputaciones, con una sola Universidad, con solo un millón de personas, se puede conseguir lo mismo.
Desde la crisis del año 2008 se detecta un bajón de ayudas a la promoción del asturiano.
Sí, aunque los asturianos manifiestan cada vez más el afecto que sienten hacia la lengua y la cultura de Asturias, la promoción del asturiano sufrió considerablemente en dos ámbitos fundamentales. El primero, el de la creación y difusión literarias. Deberíamos recuperarlas. El segundo, la creación audiovisual y cinematográfica, algo que da a una lengua sensación de actualidad, de empuje comunicativo, de normalidad. Nuevas tecnologías, cine, televisión… Espero que el actual gobierno apoye todo esto, porque es una política sencilla que tiene una gran repercusión en la dignificación del asturiano, pues hace que se vea como una lengua efectiva y válida para las necesidades de comunicación actuales.
(d’El Comercio, 26-07-2020)
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