PABLO BATALLA CUETO
En la historia contemporánea del asturianismo hay un nombre que descuella considerablemente sobre los de otras figuras del movimiento y es el de Xuan Xosé Sánchez Vicente. En esta pequeña pero afanosa empresa cultural y política, Sánchez Vicente lo ha sido todo: desde compilador de diccionarios hasta impulsor del emblemático Conceyu Bable y el único diputado netamente asturianista que ha conseguido franquear las puertas de la Junta General del Principado en estos cuarenta años de democracia. Lo consiguió entre 1991 y 1999 y como presidente de un partido hoy agonizante aunque no moribundo —mantiene un concejal en Bimenes—: el Partíu Asturianista (PAS). Sobre la introducción, el nudo y el desenlace de aquella aventura política a cuyos impulsores se recuerda como «los del bable» aunque la mayor parte sus preocupaciones y propuestas fueran de naturaleza económica versa la mayor parte de esta conversación mantenida entre una montaña de libros y al calor de dos vasos de vino en el despacho que Sánchez Vicente tiene en su propia casa; pero en sus tres horas de duración hay también tiempo para una vivisección metafísica de Asturias, recordar el breve paso del entrevistado por el PSOE de la Transición o reflexionar sobre interclasismo, literatura, regionalismo cántabro o las figuras de Pedro de Silva y Sergio Marqués.
¿Es Asturias una nación? ¿Qué hace de Asturias una nación?
Bueno, depende de lo que discutamos. El término nación es un término antiguo y en torno al cual hay muchas interpretaciones distintas. Yo creo que es aplicable en este caso, que se puede entender perfectamente a Asturias como una nación, si entendemos por nación una identidad histórica y una cultura diferente o muy personal.