PILAR INFIESTA
En León, gustar es prestar; lo complicado, un telar; y reunirse para contar historias, un filandón. Una lengua propia que se remonta al siglo X con la Nodicia de Kesos escrita por un monje despensero Ximeno en el monasterio de La Rozuela. Su singularidad está recogida en la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias (CELRM), un tratado internacional ratificado por España en 2001 para la protección de las lenguas minoritarias europeas, incluida la leonesa, al que se sumó en 2007 la Junta tras reformar el Estatuto de Autonomía.
Sin embargo, desde hace doce años el Ejecutivo autonómico «no ha hecho el más mínimo esfuerzo para protegerla y promocionarla», explica Nicolás Bartolomé, de la asociación Faceira. Una opinión que ratificó el pasado día 11 el Consejo de Europa al hacer público el quinto informe sobre la aplicación del tratado. El Comité de Expertos encargado de supervisar regularmente el cumplimiento de la Carta Europea en España constata «la contumaz desprotección del leonés por parte de la Junta de Castilla y León, que no ha desarrollado en el último período examinado, de 2014 a 2016, ninguna de las actuaciones legislativas y administrativas que esta norma internacional dispone para la salvaguarda del leonés», explica.