E. GANCEDO
En agosto se cumplió un año de la muerte de Concha Casado, un nombre y un apellido que fueron sinónimo de estudio antropológico e inquietud por el patrimonio leonés durante casi un siglo, pero su sombra, ejemplo y legado permanecen y hasta se amplían. Algo que ocurre, en buena medida, gracias a la labor del Museo Etnográfico de León, que está a punto de culminar la catalogación de los amplios fondos que la estudiosa legó a la institución entre 2012 y 2013.
Los volúmenes han venido a engrosar los fondos del centro con sede en el viejo convento de San Agustín de Mansilla de las Mulas, completando la biblioteca que comenzó a llevar el nombre de la también filóloga, aún en vida de ella. «En total hablamos de 3.000 documentos, de los cuales alrededor de 2.500 son libros fundamentalmente relacionados con la etnografía y la antropología, de León y de otros lugares», explica Javier Lagartos, técnico superior del museo. Aunque aquí puede encontrarse casi de todo. «Por ejemplo, hay volúmenes muy curiosos de los siglos XVI y XVII, que doña Concha compraba en almonedas y librerías de viejo madrileñas, pero el grueso pertenece a los siglos XIX y XX», dice, y menciona rarezas como unas obras completas de Enrique Gil y Carrasco de 1954; un facsímil del Diccionario Estadístico de Pascual Madoz; el Dialecto vulgar salmantino de José de Lamano, de 1915; un catálogo del Museo Arqueológico de San Marcos, de 1920… «algunos los mandaba encuadernar con cuidado, para evitar su deterioro», muestra Lagartos, quien participó personalmente en el traslado de obras desde la vivienda habitual de la intelectual, así como en su catalogación.