LUIS ORDÓÑEZ
A medida que avanza el debate sobre la posibilidad de aprobar la oficialidad de la lengua asturiana en una futura reforma del Estatuto de Autonomía, los partidarios y detractores de la medida esgrimen los argumentos que cimentan su posición en función de numerosos motivos y uno de ellos es la especulación sobre el coste que implicaría su aplicación. En distintos medios, algunos de ámbito nacional, se ha apuntado una horquilla de entre 20 y 73 millones de euros. La primera cifra corresponde a cálculos avanzados por diversos economistas y también la propuesta de la Academia de la Llingua (ALLA), la segunda surge de la plataforma contra la Oficialidad cuyos miembros coinciden con los de El Club de los Viernes que ha protagonizado la difusión de informaciones sesgadas al estilo de las últimamente renombradas «fake news».
El pasado lunes, el vicesecretario nacional de Política Social del PP, Javier Maroto, se hacía eco de la cifra de 73 millones de euros ¿de dónde sale ese cálculo? Es fruto de un estudio firmado por Ignacio Blanco y Jorge Álvarez Riera, que toma como referencia un «coste medio por habitante por lengua cooficial en España» que asegura es de entre 46 y 49 euros por habitante (aunque no cita de dónde obtiene ese dato) y luego le va añadiendo multiplicaciones. Primero por el millón largo de la población de la comunidad, después por una «poderación de coste» en los ayuntamientos que asegura supondrían 7,4 millones más anuales y después introduce el concepto de «Caso Bruselas» para asegurar de nuevo que todo ello debería incluir un incremento anual del 25% durante un lustro. El «Caso Bruselas» es especialmente extravagante ya que se refiere a la singularidad de la capital belga y a la división radical de las comunidades valona y flamenca en el ámbito educativo y administrativo que no tiene similitudes con ningún otro país europeo. Es gracias a ese concepto como se llega hasta una estimación de entre 69 y 73 millones de euros, por lo que ese cálculo astronómico se basa en el extremo más costoso de un análisis de por sí desproporcionado.