E. GANCEDO
Entre ababayos y zuzaina está contenido todo el leonés. La primera de estas palabras alude, en la Cepeda Baja, a los restos de alimento que deja el ganado en el pesebre, y la segunda es una de las formas de llamar a la dulzaina o donzaina. Parecen dos vocablos humildes pero ellos solitos abarcan y limitan, por el principio y por el final, una obra colosal sin parangón en ninguna otra región española, el Léxico del leonés actual. Janick Le Men, profesora de Filología Hispánica en la Universidad de León, acaba de culminar el sexto y último tomo (de la letra R a la Z) de este proyecto faraónico que comenzó en 1991, a raíz de la lectura de su tesis doctoral.
Pero, ¿cómo es posible que una bretona de pura cepa —nacida cerca del pueblo de Tréguier— se embarcara en una aventura que ningún otro leonés, ni español o hispanohablante, pensara en emprender a tamaña escala? Le Men estudió Filología Francesa en París y Reims y en el año 1973 vino a España «un poco a la aventura». En Oviedo impartió clases en la Alliance Française y allí conoció a su marido, el pintor leonés Alejandro Vargas. Después se establecieron en León y aquí, con 35 años, cursó la carrera de Filología Hispánica y realizó su tesis sobre el léxico leonés, donde analizaba un puñado de palabras. Su director, José Ramón Morala, le animó a tirar de ese hilo cuando consiguió una beca de la Diputación y emprender la labor titánica de «reunir todas las palabras patrimoniales de la provincia» al modo de los llamados ‘tesoros lingüísticos’ de Andalucía, Aragón, Navarra o Canarias. «Hace falta alguien con mucha paciencia», avsió. Después, Le Men acabaría por convertirse en profesora ayudante y luego en profesora titular. (more…)