MARÍA G. SAN NARCISO
Crímenes que se resuelven por Avilés, Oviedo o Gijón; “investigadores” que siguen pistas en casos cuyos culpables son contrarios a las tesis asturianistas… Es la “novela criminal” en asturiano. Un género que ha estudiado muy bien el canario Javier Rivero Grandoso a lo largo de un año de investigación. En este tiempo ha elaborado un listado de veintiún obras, entre las que se incluyen “La muerte amiya de nueche” (1984), de Xuan Xosé Sánchez Vicente -la primera que se publicó- o “La ciudá encarnada”, de Pablo Antón Marín Estrada.
Y sí, este autor autor habla de novela criminal, no de novela negra ni policíaca. Porque, como dijo Salvador Vázquez de Parga, “en lugar de hablar de novela policíaca que, aparte de su significado real o etimológico, es un término que se utiliza vulgarmente para designar la novela enigma, nos referimos a la novela criminal como un término más amplio que incluye además la novela negra y la novela de aventuras policíacas”.