El sistema educativo asturiano ha terminado el curso con buenas notas, según el consejero José Luis Iglesias Riopedre. Con las tasas de aprobados por encima de la media española y la de abandonos prematuros muy por debajo, el Principado puede aspirar a cumplir los objetivos europeos, señala al recibir a El Comercio en un despacho ordenado y limpio, casi se diría que listo para las vacaciones. No se las podrá tomar muy pronto, en todo caso. La adaptación de la Universidad al Espacio Europeo de Educación Superior empieza a provocar conatos de incendio en algunos centros. Siguiendo la línea del Gobierno regional, el responsable de Educación pasa de puntillas sobre la decisión de Filología de excluir al asturiano de su lista de titulaciones oficiales.
¿Comparte la decisión de la junta de la facultad?
Es un asunto interno. El centro votó lo que votó, y ya veremos la decisión final, porque el rectorado está trabajando en ello. El Gobierno no tiene nada que decir, más allá de respetar la autonomía universitaria y un procedimiento democrático, como hizo el jueves su portavoz. Si, más adelante, el asunto aparece en la comisión mixta del Principado y la Universidad, llegaremos a un acuerdo.
¿Le sorprendió el resultado de la votación y la salida de la decana?
En principio, sí. Tal y como estaba planteada la petición, no veía demasiadas dificultades en ella. Pero repito que, al igual que sucede con otras materias, la junta de facultad tiene un papel clave.
Pero algo tendrá que decir el Principado, sobre todo si de la negociación del nuevo Estatuto se deriva la oficialidad.
Parece improbable. De todas formas, el asunto está dentro del ámbito universitario en este momento y no debemos inmiscuirnos. La junta de facultad ha tomado una decisión libre y con voto secreto.
¿Puede ser un aviso sobre lo que ocurrirá en otras facultades con la adaptación al Espacio Europeo? Porque el rector ya ha dejado caer que no le gusta el borrador.
Sólo se trata de un primer borrador. Ni siquiera se le ha dado difusión, porque aún no se han tomado decisiones con el rectorado. Queremos consenso para convertir esas propuestas en los criterios para formalizarlo. Después, todo resultará más sencillo. Desde luego, uno de los criterios debe ser evitar la repetición de titulaciones. No hay que hablar de etiquetas, sino de perfiles. Nuestro objetivo es sacar más partido de una universidad abierta, de calidad y más eficiente.
¿Podrá cumplir el nuevo rector su promesa electoral de no cerrar ningún centro?
Planteamos no repetir titulaciones, pero eso no significa cerrar centros. Es cierto que desaparecerán las diplomaturas, las carreras técnicas y que debemos plantearnos cómo abordar esa situación. La respuesta es trabajar en darles perfiles distintos.
¿Teme la revisión de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación?
Sólo enviaremos propuestas razonables que la ANECA pueda asumir. Aunque todavía no hemos planteado ninguna transformación en grado, tenemos la experiencia de 20 másters. Nos han señalado alguna pequeña corrección, pero todos han pasado el filtro.
Los criterios están siendo estrictos y se han rechazado una de cada tres propuestas ya analizadas. ¿Condicionarán su postura?
La ANECA analiza la calidad y la coherencia de las titulaciones. En los máster se potencia sobre todo la excelencia, además del currículum. Para los grados, todavía no tenemos en mente más que los criterios generales. La Comisión Mixta tomará las decisiones oportunas sobre su aplicación a las transformaciones de las carreras que ya existen y a las nuevas titulaciones.
¿Qué tendrán en cuenta esos nuevos criterios para los grados?
La tradición de las enseñanzas que ya existen, la eficacia en el gasto y el número de alumnos que los demandan. Tendremos que ponernos de acuerdo con la Universidad para adecuar las titulaciones a las necesidades de Asturias y decidir la orientación del gasto. La Universidad debe ofrecer calidad a la sociedad, sin olvidar que su principal misión es la producción y difusión del conocimiento, su transferencia a las empresas.
¿Será una revolución o un simple cambio de nombres?
Yo no hablaría de revolución, sino de mejora. Es una oportunidad en dos campos: esa adecuación de los títulos a las necesidades de Asturias de la que hablaba antes y la mejora de los métodos pedagógicos y la atención a los alumnos. No olvidemos que la Universidad de Oviedo tiene ya facultades de gran excelencia, con prestigio mundial. Queremos mantenerlo y ayudar a que se traduzca en una participación decisiva en el desarrollo de la comunidad.
El rector hizo campaña con el anuncio de nuevas carreras. ¿Ya han hablado de las prioridades?
Todavía no resulta pertinente hablar de nuevas carreras. Lo que hay que abordar rápidamente, porque no queda mucho tiempo, es la transformación de las titulaciones actuales. En el curso 2010-2011 ningún alumno podrá ya matricularse en ellas. Y esa misma transformación incluye novedades, como el grado en educación infantil, o especialidades como el master en educación secundaria. Veremos cómo funcionan y la demanda que generan entre los alumnos. Para abordar nuevas titulaciones no es el momento oportuno.
¿Qué habrá que cambiar?
La metodología, aunque los nuevos criterios europeos nos orientarán en la dirección adecuada. La financiación condicionada nos planteará retos: aumentar los títulos, reducir las repeticiones y los abandonos.
Algunos colegios profesionales temen que las carreras más cortas signifiquen una merma de conocimientos para los alumnos.
El problema está en definir qué conocimientos necesitan. Desde luego, es una barbaridad reducir los cursos y plantearse los mismos objetivos. Se hizo en el pasado y fue un estrepitoso fracaso, como recordarán en Derecho. Y, sin embargo, en Europa muchas carreras duran tres cursos. Debe haber un equilibrio ajustado entre los objetivos y los contenidos. Es otro elemento de mejora: reducir los años que necesitan los estudiantes para acabar una carrera.
¿Cómo afectarán los cambios a la etapa preuniversitaria?
El decreto de la LOE contempla novedades importantes. La informática en las aulas preparará cada vez mejor a los alumnos. La asignatura de Ciencias del Mundo Contemporáneo evitará que todas las materias comunes sean de letras.
(d’El Comercio, 27-06-2008)
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