NICOLÁS BARTOLOMÉ PÉREZ
El primer documento leonés redactado plenamente en nuestro romance autóctono, un inventario de huertos del monasterio de Sahagún, data de 1171. De 1155 es el Fuero de Avilés, conservado en una copia posterior, y en cuyo texto vemos rasgos asturleoneses y provenzales que evidencian la pujanza de la población occitana en la Villa del Adelantado en aquella época. La conocida como Nodicia de Kesos, una lista de quesos procedente del monasterio leonés de San Justo y San Pastor de Rozuela, es bastante anterior, del año 974 aproximadamente, aunque se trata más bien de un texto latino que apunta ya algunos rasgos romances.
En todo caso, a mediados del siglo XIII el leonés comenzó a ser intensamente empleado en la escritura, sobre todo en el ámbito del Derecho y de la prosa instrumental jurídica; sin embargo, también tenemos ejemplos del uso del leonés en la literatura con obras relevantes como una de las versiones del Libro de Alexandre o el Poema de Alfonso XI, que, junto como obras menores como el Poema de Elena y María, constatan que durante los siglos XIII y XIV el leonés se empleó en diversos géneros poéticos, si bien mezclado en muy diversas proporciones con el castellano y con el gallego-portugués, como indicó Ramón Mendéndez Pidal.