A. VILLACORTA / E. MONTES
Ha vuelto a reabrirse. La herida del asturiano, encarnizada desde que el Ministerio de Educación denegase a la llingua el carácter de lengua, ha vuelto a dividir la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo en dos clanes irreconciliables: quienes defienden su enseñanza reglada y los que se oponen a equipararla a las lenguas oficiales de estados nacionales como el inglés o el francés.
El último enfrentamiento resurgió en forma de enmienda a la propuesta presentada a la Junta de Facultad sobre las titulaciones a adaptar al Espacio Europeo de Educación Superior. El equipo decanal otorgaba a la Filología Asturiana el carácter de título de grado y el autor de la enmienda, el profesor Félix Fernández de Castro, «un asturiano de séptima generación nacido circunstancialmente en Melilla», como él mismo se presenta, consideraba «incongruente» la «equiparación».
La apretada votación arrojó un resultado de 34 votos a favor de la enmienda, 30 en contra y 7 abstenciones, lo que dejaba el asturiano fuera de la Facultad de Filología para el futuro. La votación generó la dimisión inmediata e irrevocable de la decana, Ana Cano, presidenta, además, de la Academia de la Llingua.
El conflicto, que se reactiva periódicamente y genera violentas reacciones en Filología, generó la inmediata movilización de los sectores asturianistas, que en su mejor versión se plasmó en un encierro estudiantil en el Edificio Histórico, y en la peor, en un empapelamiento del campus de El Milán con carteles contra el profesor Fernández de Castro, mensajes insultantes y la entrada intimidatoria de tres jóvenes en su despacho. Volvía así la radicalización al epicentro de la facultad años después de que una vieja resolución del Parlamento regional exigiese la presencia de los estudios superiores de asturiano y la Universidad implantara el título de Filología Asturiana con validez oficial sólo en territorio asturiano, además de incluir la asignatura como optativa en el plan de estudios.
La dimisionaria Ana Cano fue muy dura con el resultado de la votación: «Me parece gravísimo, antiacadémico, antiuniversitario y anticientífico que la Facultad de Filología de la Universidad asturiana evite que el asturiano forme parte de la enseñanza reglada», declaró la catedrática de Filología Románica, que colocó la pelota en el tejado del rector, Vicente Gotor, y en el del consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre.
Pero Riopedre guarda silencio sepulcral y Gotor sólo admite que «la Facultad está dividida desde hace tiempo por intereses políticos de algunas personas que resultan poco entendibles». Su gran movimiento ha sido poner al frente del Decanato de la Facultad de Filología al catedrático de Lengua y Literatura Española José Antonio Martínez. Gotor descarta que se vayan a convocar elecciones a corto plazo: «Eso depende del decano, que tiene hasta noviembre para agotar el mandato que le correspondía a Ana Cano». La última palabra la tiene así Martínez, que apunta una vía de acercamiento: «Hay que hacer propuestas de integración, madurarlas y tratar de convencer a la gente. Alguna habrá que les convenza, por la cuenta que les trae».
Influencias externas
Ramón D’Andrés, coordinador del Seminariu de Filoloxía Asturiana, introduce un nuevo matiz para la división: «En la Facultad hace años que alrededor del asturiano opera un lobby extrauniversitario que utiliza la Universidad como una sucursal para extender sus redes de poder. Ese lobby coincide con la cúpula dirigente de la Academia de la Llingua en su versión más sectaria. Hace años que la ex decana no cuenta con nadie, a excepción de tres profesores, lo que ha colocado al asturiano en la peor situación que podíamos imaginar. Por primera vez, es la propia Facultad la que ha votado en contra del asturiano, deslegitimando su entidad lingüística».
(d’El Comercio, 06-07-2008)
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