PABLO BATALLA
«En 1996 va consiguise la cooficialidá»: quien así hablaba en enero de aquel año era un ufano Xosé Lluis García Arias, a la sazón presidente de la Academia de la Llingua. Corrían buenos tiempos para la causa de la cooficialidad de la lengua asturiana, impulsada entonces por un Pautu pol Autogobiernu y la Oficialidá que el 25 de noviembre anterior había logrado reunir en el centro de Oviedo una manifestación de diez mil personas encabezada por una espectacular centuria de cien gaiteros, 42 tamboriteros y un violinista. Existía por entonces un consenso bastante amplio y transversal en torno a la cooficialidad e incluso algunas personalidades y sectores del PP y del PSOE, tradicionalmente reticentes a la causa de la llingua, mostraban su simpatía hacia la posibilidad de oficializarla. Era el caso del expresidente socialista Antonio Trevín, que se declaraba favorable a una reforma del Estatuto que culminase con la oficialidad; del también socialista José Luis Iglesias Riopedre, que reclamaba a su partido que escuchara «a su militancia, porque somos muchos los que apoyamos la llingua, y no plantear posturas cerradas».
La oficialidad, sin embargo, no llegó a aprobarse aquel año. Tampoco el siguiente, ni el siguiente, ni el siguiente. La burbuja asturianista fue deshinchándose por diversos motivos tanto internos (las divisiones y desencuentros que fueron resquebrajando el Pautu) como externos. Entre estos últimos destacó la fortísima presión que un lobby de profesores universitarios antiasturianistas encabezado por Gustavo Bueno y que se hacía llamar Amigos de los Bables (nombre equívoco que camuflaba mal el desprecio que sus miembros sentían hacia la llingua, que ellos decían múltiple para no decir inexistente) ejerció sobre los sucesivos gobiernos para evitar que declararan la cooficialidad. El triunfo arrollador, con un 46 % de los votos, del muy poco favorable Vicente Álvarez Areces como candidato socialista a las elecciones autonómicas de 1999, que supusieron también la salida del Partíu Asturianista de Xuan Xosé Sánchez Vicente del parlamento regional y una merma importante del apoyo a Izquierda Unida, el otro partido más claramente posicionado a favor de la cooficialidad, tampoco vino en ayuda de los defensores de la cooficialidad; y casi veinte años después, el asturiano sigue sin ver equiparado su reconocimiento legal con el de las otras lenguas españolas.