E. GANCEDO
El primero es un misterio mayúsculo y un reto ante el que musicólogos y expertos de todo el mundo, uno tras otro, se han venido dando por vencidos a lo largo de los años. Pero además de un enigma singular es un documento histórico extraordinario: el Antifonario Mozárabe que se guarda en el Archivo de la Catedral de León y data del año 1069 constituye una compilación única de los cantos que se empleaban en las celebraciones relacionadas con la liturgia hispánica o mozárabe. La notación musical que presenta no está configurada por notas, como modernamente, sino por unos signos similares a acentos y sin pentagrama, los llamados neumas: un sistema empleado entre los siglos IX y XIII en el que tales elementos representaban sonidos pero sin especificar el ritmo —esto es, había que conocer la melodía para poder leerlos—. Hasta la fecha, nadie ha podido descifrar el más valioso de estos antifonarios, el leonés.
El segundo documento, pese a su enorme valor lingüístico, es relativamente desconocido fuera de León. Se trata de la Nodicia de Kesos, los apuntes, por parte del monje despensero del monasterio de los santos Justo y Pastor —cerca de Ardón—, del número de quesos que llevaba gastado el cenobio y a qué se habían destinado. Los filólogos están de acuerdo en que se trata de uno de los textos más antiguos que pueden estudiarse para comprobar en la evolución de las lenguas románicas peninsulares, y su antigüedad se ha calculado entre el 974 y el 975. (more…)