T. CASCUDO
Cesáreo Marqués cumplió con su promesa de recitar un sermón lleno de indignación ciudadana y por eso ayer en L’Amuravela, acto central de las fiestas de San Pedro de Cudillero, no quedó títere con cabeza, empezando por el Rey y terminando por la gestora pixueta y la convulsa vida política del municipio. Este particular sermón laico, recitado y escrito en pixueto por Marqués, congregó en La Ribera a una multitud que bajo un sol de justicia aplaudió con ganas los jocosos versos con los que se dio cuenta al patrón San Pedro de lo acontecido en el último año.
Tras recordar a Joaquín García, “Juacu” -el apuntador de L’Amuravela fallecido en accidente de tráfico hace dos años-, y a Juan Luis Álvarez, “Totó” -que fue predecesor de Marqués y murió el pasado agosto-, el recitador entró rápido en faena y lo hizo contándole al patrón San Pedro el duro invierno vivido en las villas costeras. El temporal de mar de marzo se llevó por delante un trozo del muelle nuevo, aún pendiente de reparar, por eso Marqués ironizó con los posibles sobrecostes de la obra: “Asperemus que nun tenga sobricostis apegáus, pa esu ya abasta El Musel”.